viernes, 21 de marzo de 2008

Subvenciones, maestros y psicopedagilipollas

Otra del Reverte, ahi va:

Me sigue sorprendiendo que se sorprendan. O que hagan tanto paripé, cuando en realidad no les importa en absoluto. Ni a unos, ni a otros. Y eso que todo viene seguido, como las olas y las morcillas. La última –estudio internacional sobre alumnos de Primaria, o como se llame ahora– es que el número de alumnos españoles de diez años con falta de comprensión lectora se acerca al 30 por ciento. Dicho en parla normal: uno de cada tres críos no entiende un carajo de lo que lee. Y a los 18 años, dos de cada tres. Eso significa que, más o menos en la misma proporción, los zagales terminan sus estudios sin saber leer ni escribir correctamente. Las deliciosas criaturas, o sea. El báculo de nuestra vejez.

Pero tranquilos. La Junta de Andalucía toma cartas en el asunto. Fiel a la tradicional política, tan española, de subvenciones, ayudas y compras de voto, y además le regalo a usted la Chochona, la manta Paduana y el paquete de cuchillas de afeitar para el caballero, a los maestros de allí que «se comprometan a la mejora de resultados» les van a dar siete mil euros uno encima de otro. Lo que demuestra que son ellos quienes tienen la culpa: ni la Logse, ni la falta de autoridad que esa ley les arrebató, ni la añeja estupidez analfabeta de tanto delincuente psicopedagógico y psicopedagocrático, inquilino habitual, gobierne quien gobierne, del ministerio de Educación. Los malos de la película son, como sospechábamos, los infames maestros. Así que, oigan. A motivarlos, para que espabilen. Que la pretendida mejora de resultados acabe en aprobados a mansalva para trincar como sea los euros prometidos –una tentación evidente–, no se especifica, aunque se supone. Lo importante es que las estadísticas del desastre escolar se desplacen hacia otras latitudes. Y los sindicatos, claro, apoyan la iniciativa. Consideren si no la van a apoyar: ya han conseguido que a sus liberados, que llevan años sin pisar un aula, les prometan los siete mil de forma automática, por la cara. Y más ahora que, de aquí a tres años, con los nuevos planes de la puta que nos parió, un profesor de instituto ya no tendrá que saber lengua, ni historia, ni matemáticas. Le bastará con saber cómo se enseñan lengua, historia y matemáticas. Y más si curra en España: el único país del mundo donde los profesores de griego o latín enseñan inglés.

Así, felices de habernos conocido, seguimos galopando alegremente, toctoc, tocotoc, hacia la nada absoluta. Todavía hay tontos del ciruelo –y tontas del frutal que corresponda– sosteniendo imperturbables que leer en clase en voz alta no es pedagógico. Que ni siquiera leer lo es; ya que, según tales capullos, dedicar demasiado tiempo a la lectura antes de los 14 años hace que los chicos se aíslen del grupo y descuiden las actividades comunes y el buen rollito. Y eso de ir por libre en el cole es mentar la bicha; te convierte en pasto de psicólogos, psicoterapeutas y psicoterapeutos. Cada pequeño cabrón que prefiere leer en su rincón a interactuar adecuadamente en la actividad plástico-formativo-solidaria de su entorno circunflejo, por ejemplo, torpedea que el día de mañana tengamos ciudadanos aborregados, acríticos, ejemplarmente receptivos a la demagogia barata, que es lo que se busca. Mejor un bobo votando según le llenen el pesebre, que un resabiado culto que lo mismo se cisca en tus muertos y vete tú a saber.

El otro día tomé un café con mi compadre Pepe Perona –«Café, tabaco y silencio, hoy prohibidos», gruñía–, que pese a ser catedrático de Lengua Española exige que lo llamen maestro de Gramática. Le hablé de cuando, en el cole, nos disponían alrededor del aula para leer en voz alta el Quijote y otros textos, pasando a los primeros puestos quienes mejor leían. «¿Primeros puestos? –respingó mi amigo–. Ahora, ni se te ocurra. Cualquier competencia escolar traumatiza. Es como dejar que los niños varones jueguen con pistolas y no con cocinitas o Nancys. Te convierte en xenófobo, machista, asesino en serie y cosas así». Luego me ilustró con algunas experiencias personales: una universitaria que lee siguiendo con el dedo las líneas del texto, otro que mueve los labios y la cabeza casi deletreando palabras… «El próximo curso –concluyó– voy a empezar mis clases universitarias con un dictado: Una tarde parda y fría de invierno. Punto. Los colegiales estudian. Punto. Monotonía de lluvia tras los cristales. Después, tras corregir las faltas de ortografía, mandaré escribir cien veces: Analfabeto se escribe sin hache; y luego, lectura en voz alta: En un lugar de la Mancha, etcétera». Lo miré, divertido. «¿Lo sabe tu rector?». Asintió el maestro de Gramática. «¿Y qué dice al respecto?». Sonreía mi amigo, malévolo y feliz, encantado con la idea; y pensé que así debió de sonreír Sansón entre los filisteos. «Dice que me van a crucificar.»



Cada dia estoy más de acuerdo con este tío, sobre todo el parrafo en rojo

sábado, 15 de marzo de 2008

La tormenta que anuncia el cielo



Me han dicho que has vuelto por fin a tu casa
¿Qué has visto en tu viaje por tierras lejanas?

Caí entre la bruma de doce montañas
Vagando por seis autopistas cortadas
En medio de siete bosques callados
Perdido en las costas de negros océanos
Subí a diez mil millas hasta un camposanto

Y llegará, llegará, llegará, llegará la tormenta
Que anuncia el cielo.

Me han dicho que has vuelto por fin a tu casa
¿Qué oíste en tu viaje por tierras lejanas?

El ruido de un trueno preludio del miedo
La última ola al final de los tiempos
Tambores sonando en la línea de fuego
Y tantos susurros que no escucha nadie
Oí carcajadas y llantos de hambre
La triste canción del poeta en la calle
La voz de un payaso cubierto de sangre

Y llegará, llegará, llegará, llegará la tormenta
Que anuncia el cielo

Me han dicho que has vuelto por fin a tu casa
¿Y qué harás ahora que el viaje se acaba?

Volver antes de la lluvia de estrellas
A lo más profundo de lo desconocido
Donde hay multitudes sin nada en las manos
Allí donde el sol ha secado los ríos
Donde eres esclavo o un pobre fugitivo
Que ha visto los ojos de un hombre sin rostro
Donde todas las almas han sido olvidadas
Donde negro es el color y el número no existe
Gritaré hasta que quede grabado en el viento
Y mi voz se refleje desde ésta montaña
Aunque tenga que andar encima de las aguas
Hasta que ésta llamada sea escuchada

Y llegará, llegará, llegará, llegará la tormenta
Que anuncia el cielo
Y llegará, llegará, llegará, llegará la tormenta
Que anuncia el cielo.


domingo, 9 de marzo de 2008

El limite de cafes

En un conocido, y buenisimo, monologo del Club de la Comedia. Pablo Motos,(ahora hormiga reina), establecía que existe un límite, desconocido y variable para mas señas, en el número de cafes que puedes tomar con una persona. Una vez superado ese límite esa persona te considerará su amiga, eliminando cualquier posibilidad de otro tipo de relación con ella.
Afortunadamente para dos amigos míos, esta norma al menos no se cumple en una ocasion. Es lo bueno de la vida, no tiene normas, al menos conocidas.
Por fin se ha cumplido lo que se esperaba, o al menos yo me esperaba, nunca os dije nada, porque tengo confianza en lo que veo, solo daros una pequeña colleja por estar tanto tiempo paraos, par de dos, y felicitaros, sobre todo a ti, que suerte tienes jodío. Y a ti te lo advertí, no digas que no. Afortunadamente despues de un invierno malo, de una mala primavera, de lágrimas en la arena, de pisarse los pies, de despertarse al salir el sol, de llorar una vez por cada vez que rien ya no tienen que restar la mitad a su corazon.
Asi que ahora ya sabeis, a reir y a llorar,a ser posible más de lo primero que de lo segundo, como llevais haciendo desde hace tiempo. Y que os quiten lo bailao, cojona.

PD:Por cierto hace tiempo me preguntaste a quien iba dedicada una entrada, gira la cabeza y busca su foto por la habitación, o con suerte lo que encuentres no sera su foto.